EL ARTE DE FILMAR LA VIDA


Por: Laura Melissa Corredor Malaver

El ser humano desde sus inicios siempre ha buscado encontrarse a sí mismo, no porque no se conozca o porque no sepa quién es, sino porque quiere verse reflejado en la vida de otros; el ser como habitante terrenal es quien decide marcar la diferencia, pero de una u otra forma siempre será similar a los demás, por sus necesidades, por sus deseos e intenciones. No igual, porque nadie piensa o actúa de la misma manera, pero si semejante. En esta búsqueda de visualizarse como ser perteneciente de este entorno, como habitante y persona intuitiva nace el cine. Un cine sin pretensiones, sin efectos especiales y escenas recargadas de acción, un cine que surge a partir de historias sencillas de nuestro entorno, sin deseos de mostrar lo contrario a la realidad del espacio. 


 Flaherty por ejemplo escribe el mundo por medio de las culturas, hace de la cámara el observador principal y la compañía del personaje. El cine antropológico llegó a tomar un auge importante al demostrar que el exotismo y la diversidad de otros mundos podía unir al espectador e incorporarlo en un mundo que quizás nunca pensó conocer. Flaherty en Nanook el esquimal encontró que los personajes podían ser actores naturales al interpretar sus propias vidas. Lo cual llenó el documental de vida, gracia y naturalidad, cosas de las que carece en muchas ocasiones el cine de ficción. 



Por momentos el cineasta olvida el valor de la naturalidad en el cine. Olvida que el cine tiene un lenguaje visual fílmico y que se puede comunicar a través de las imágenes. Se ha ocupado de mostrar el mundo como se cree que es y no como en realidad es. ¿Debería entonces rescatarse la cotidianidad, la veracidad y la inocencia de las películas de los Lumiere? ¿o seguir avanzando en el tiempo y en la tecnología haciendo del cine un espectáculo o un entretenimiento sin fruto para el espectador? Y no con esto digo que no me guste el cine de ficción, de hecho, es mi favorito, porque con él se logra recrear un mundo diferente al que vivimos, permite crear sueños y expresar emociones que muchas veces no se logra con el documental. Pero de una u otra forma el cine sea o no sea de ficción debe tener el mismo fin, comunicar a la sociedad un mensaje. Desde muy pequeña solía escribir, solía representar la vida según mi experiencia, siempre quise encontrar las razones suficientes para contarle al mundo mi visión, luego de que ejercí la carrera empecé a notar de que el camino no iba a ser tan fácil. 


 En mi experiencia como cineasta, he aprendido a analizar referentes para complementar mi deseo de crear historias auténticas y que además conecten con el espectador. Pero de todos los obstáculos que puedan presentarse para hacer tu carrera más difícil, creo que el que más me costó fue lidiar con el machismo desde el primer día de clases. No es fácil estar rodeado de un grupo de trabajo masculino, en donde la mayoría de los cargos disponibles para mujeres son los de directora de arte, maquillaje, vestuario y tal vez si lo permiten el de producción de campo, para organizar el caos que dejan los demás. Debo decir que la mayoría de mis referentes y directores favoritos son hombres, que en mi escuela éramos solo tres chicas rodeadas de un montón de hombres que amaban la fotografía y poco te permitían estar cerca al área del set, porque tal vez no podrías cargar una cámara pesada, o ser capaz de armar un trípode o montar las luces (no lo decían, pero tu sabías que lo pensaban). En ocasiones la única oportunidad que tenías para acercarte a la dirección era cuando ganabas un difícil pitch con el mejor de los guiones. O cuando luego de mil discusiones, peleabas por jugarte el papel de asistente de dirección y demostrabas que tenías todas las agallas para sobrellevar cualquier problema y liderar cualquier grupo de trabajo. No es fácil, ni es un camino de simple elección, escogiste esto porque te apasionaba y sin importar lo que ocurriera estarías ahí recordándole a todos de lo que eras capaz, solo así ganabas respeto, admiración y si tenías suerte te seguirían llamando para dirigir un par de proyectos, pero aquí en esta carrera no se te permite ser débil, porque arrasan contigo y arrancan el vehículo sin ti, esa es la verdad. 

 Me emociona pensar que aún antes de Melier, una mujer inquieta creó el cine de ficción, luego de querer filmar la realidad a su alrededor y pedirle a sus amigos que actuaran algunas escenas para ella. Hablo de la no tan conocida Alice Guy Blaché, una mujer que a pesar de haber dirigido alrededor de 1.000 películas y haber fundado el primer estudio cinematográfico pasó al olvido en la historia del cine por el simple hecho de ser mujer, su nieta Alice Guy Peters, mencionaba que en varias enciclopedias no se encontraba su nombre como pionera del cine y su labor fue reducida a secretaria, o “posible amante” de Gaumont. Gran mayoría de sus obras cinematográficas pasaron a ser méritos ajenos, de hombres que tal vez si parecían ser capaz de hacer semejantes filmes. Es claro que los tiempos han cambiado, que ahora como mujeres tenemos miles de posibilidades abiertas para expresarnos y aún grabar nuestras propias películas, en donde nuestra labor es valorada dependiendo de nuestro esfuerzo, pues antes ni siquiera eso era suficiente. Sin embargo, resalto mucho el objetivo de esta mujer, quien en sus películas nunca quiso presentar un cine feminista, sino que hacía ver a la mujer como protagonista de su destino, mostrándose no como víctima de un mundo dominado por hombres, sino como un ser humano que podría hacer la labor igual o mejor que ellos. 


 He estado en cursos de cine, laboratorios de guión y talleres especiales para mujeres cineastas, muy interesantes y enriquecedores, pero lastimosamente se puede percibir mucho feminismo y deseos de salir adelante siempre queriendo dominar el otro género. En mi experiencia he dado con grandes grupos de trabajo, personas que me han permitido aprender lo suficiente para sentirme en la capacidad de escribir, dirigir, producir mis propios proyectos, hasta fundar mi propia empresa audiovisual y fueron en la gran mayoría hombres, que me han venido apoyado en mis sueños de seguir creando, que confiaron en mí y valoraron cada uno de mis esfuerzos. Así que no considero que esté mal que haya más hombres que mujeres en esta profesión, simplemente considero que todos somos capaces y no es cuestión de género, desde el hombre más pequeño hasta el más alto y gordo puede cargar una cámara, hacer producción de campo o incluso ser un excelente director de arte, porque los hay; desde la mujer más noble hasta la mujer con el carácter más fuerte es capaz de dirigir una película, ser directora de fotografía o incluso productora general. El punto está en crear con pasión, siempre lo he dicho, sino hay una emoción y un verdadero sentido de lo que hacemos mejor ni intentarlo, mejor probar con una carrera que nos permita conformarnos con un sueldo asegurado y una bonita oficina hasta nuestro últimos días. Pero los que escogimos esta carrera sabemos que es una batalla eterna, en la que puedes estar a punto de perder muchas veces, pero siempre logras levantarte para liderar un gran grupo que viene detrás contigo. Crear, liderar, aportar, de eso se trata para mí el cine, representando al arte sin un género único, llevando historias a cada rincón del país, compartiendo cultura y luchando por un mundo más sensible, que pueda reflexionar, que tenga voz y voto, que se sienta representado en la pantalla, cosas que sólo a través del arte son posibles. Del séptimo, el más completo para ser exactos. 

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