Apuntes sobre cine y protesta
Por: Elena Pérez Palacio
Mayo 21/05/2021
Momento delicado: aunque intuitivamente percibamos su complexión heterogénea y contradictoria, nuestro intelecto difícilmente podrá delinear sus contornos cuando el tiempo nos otorgue cierta distancia. ¿Cómo expresar el entramado de este acontecimiento fluctuante? La alegría sucede al dolor, la esperanza se alterna con la desilusión. No es la hora de buscar principios unificadores que le den sentido a las cosas; prefiero reunir anotaciones y citas que a tientas esbocen el movimiento de estos tiempos.
II. Para cuando realizó In girum imus nocte et consumimur igni (1981), Guy Debord veía con desencanto su época y el fracaso de sus esfuerzos juveniles. No hay mucho de revolucionario en imágenes de protestas que han sido asimiladas por el inestable ritmo del capitalismo como otro espectáculo intrascendente, como una noticia más para ser olvidada en el curso de los días. Al final todo se convertía en un movimiento homogéneo y circular, como el palíndromo que da nombre a la película: por la dirección que se lea, no hacemos más que rondar por la noche y ser devorados por el fuego.
Tal vez se deba crear una ruptura más fundamental en las imágenes de la resistencia. Alejarse de lo mimético, de lo que pretende ser verdadero. Mira este metraje de una película de vaqueros o este cuadro de un blanco sucio: admira lo trivial de su contenido, su rechazo a ser real y actual. Que esta imagen te decepcione y te aburra su falta de respuestas. Que ante la negación del espectáculo sientas la profunda necesidad de algo distinto y más allá de la pantalla.
Pero al caer un hombre por una causa justa, surgen por miles otros; y cuando ya no queden hombres, hasta las piedras se alzarán.
Soy Cuba
IV. Rara vez puede una narración o una imagen unitaria recoger el denso entramado de una movilización social y seguramente no va a haber un clímax donde repose la liberación en su forma definitiva. Tal vez es más elocuente pensar la resistencia por fragmentos, como un mosaico incierto que siempre deja una apertura donde la vida puede proseguir. Pienso en Sur le passage de quelques personnes à travers une assez courte unité de temps (1959) y la sensación que deja de un aquí y ahora preciso que, más que ser abstraído conceptualmente, se recorre, se experimenta y se explora.
Porque la liberación de lo cotidiano no es una fórmula fija o un punto final al cual llegar, se trata más bien de una construcción abierta a la cual podemos aportar desde nuestra más concreta posición. Al final del cortometraje, sobre un cuadro opaco y blanco, Guy Debord sugiere que lo que queda es no aportar más ruinas al viejo mundo de espectáculos. No más monumentos que glorifiquen la crueldad de la Conquista, no más coexistencia diaria con la violencia sistémica, no más olvidar para aguantar. ¿En qué resquicio está otro mundo posible? Un día nos miraremos asombrados al descubrir que esa imagen banal e inobservada era, desde siempre, hondo respiro de aires nuevos.
Es sobre encontrar alegría en el proceso, hacia donde se dirija, y supongo que es sobre tener fe en el mundo, que es simplemente esperar a que continúe... Pero, de nuevo, no es una esperanza con un contenido particular o un fin – es el deseo de más vida, o de algo más en la vida.
B. Massumi
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